"De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven". (Reflexión)

En este libro observamos a un hombre acusado por amigos, leproso, rechazado por su esposa, de luto por sus hijos, sin bienes, solamente con Dios. Un hombre que aparentemente había perdido todo. Pero no era cualquier hombre, era Job, perfecto, recto, temeroso de Dios y apartado del mal. ¡¡Que definición tenía Dios de él!! Sin embargo, tuvo debilidades, pero es que en medio de nuestra debilidad que Dios nos fortalece. Ya que hubo momentos en que se sintió olvidado de Dios y declaro "¡Quién me diera el saber donde hallar a Dios! Yo iría hasta su silla" (Job 23:3).Y ahora comprobaba la fortaleza de Dios. Su único amigo refugió y salvador.  

Pero ya en el último capítulo del libro, después de ese duro periodo de angustia y amargura, Job afirma "De oídas te había oído; Más ahora mis ojos te ven". (Job. 42.5). Él reconocía que aunque creía que conocía a Dios, éste se le manifestó con poder en las tribulaciones por lo cual, al final, se da cuenta de que siempre estuvo allí y ahora estaba más cerca y más visible que nunca.

Este, según mi perspectiva es un libro realmente esperanzador. Que nos muestra que pese a las circunstancias Fiel es el que ha prometido estar con nosotros hasta el fin del mundo, y ese es Dios. Él nos restituye el doble que nos fue quitado.

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