El Llamamiento Eficaz - Charles Spurgeon

Sermón #73 El Púlpito de la Capilla New Park Street 1

El Llamamiento Eficaz

NO. 73

SERMÓN PREDICADO LA MAÑANA DEL DOMINGO 30 DE MARZO, 1856,

POR CHARLES HADDON SPURGEON,

“Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa.” Lucas 19:5.

..."Voy a usar el caso de Zaqueo como una gran ilustración de la doctrina del llamamiento eficaz. Ustedes recordarán la historia. Zaqueo sentía curiosidad de ver al Hombre maravilloso Jesucristo, el cual estaba poniendo el mundo al revés, y causando una inmensa excitación en las mentes de los hombres. Algunas veces nos parece que la curiosidad no es buena, y afirmamos que es pecado venir a la casa de Dios motivado por la curiosidad; no estoy muy seguro que debamos aventurar una afirmación de esa naturaleza. El motivo no es pecaminoso, aunque ciertamente tampoco es virtuoso; sin embargo, a menudo se ha comprobado que la curiosidad es uno de los mejores aliados de la gracia.

Zaqueo, movido por este motivo, deseaba ver a Cristo; pero dos obstáculos se interponían en el camino: el primero, había una gran muchedumbre de personas y le resultaba imposible acercarse a El Salvador; y el segundo, era tan chaparro de estatura que no tenía la menor esperanza de poder verle por sobre las cabezas de las otras personas. ¿Qué hizo entonces? Él hizo lo mismo que algunos muchachos estaban haciendo; pues los muchachos de esa época eran sin duda igual que los muchachos de nuestro tiempo, que se trepaban a las ramas de árboles para mirar a Jesús cuando pasara.

Aunque Zaqueo ya era un hombre mayor, se sube a un árbol y allí se acomoda en medio de los muchachos. Los niños sienten demasiado temor de este viejo publicano severo, temido también por los propios padres de ellos, como para empujarlo al suelo o causarle cualquier tipo de inconveniencia. Mírenlo allí. Con qué ansiedad espía hacia abajo para ver quién es Cristo; pues el Salvador no poseía ninguna distinción pomposa; frente a Él no caminaba ningún bedel llevando una maza de plata; no llevaba en Sus manos ningún báculo de oro: no iba vestido con una sotana de pontífice; de hecho, iba vestido igual que todos los que le rodeaban. Poseía una túnica igual a la de cualquier campesino común, hecha de una sola pieza de arriba abajo; y Zaqueo tenía dificultad en distinguirlo.

Sin embargo, antes de que Zaqueo hubiera visto a Cristo, Cristo había fijado sus ojos en Zaqueo, y deteniéndose bajo el árbol, Él mira hacia arriba, y le dice: “Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa.” Zaqueo desciende rápidamente; Cristo va a su casa; Zaqueo se convierte en seguidor de Cristo, y entra en el Reino de los Cielos.

1. Ahora, en primer lugar, el llamamiento eficaz es una verdad plena de gracia. Ustedes pueden deducir esto del hecho que Zaqueo era el último personaje que podría ser salvo, según nosotros. Él pertenecía a una ciudad mala (Jericó) una ciudad que había recibido una maldición, y nadie sospecharía que alguien podría salir de Jericó para ser salvo. Fue cerca de Jericó que aquel hombre cayó en manos de ladrones; confiamos que Zaqueo no haya participado en ese asalto; pero hay quienes, además de ser publícanos, pueden ser también ladrones.

Al igual que la ciudad de Jericó de aquellos días, debemos esperar conversiones de San Giles, o de los barrios bajos de Londres, de las peores y más viles guaridas de la infamia. ¡Ah! Hermanos míos, no importa de dónde hayan salido ustedes; pueden venir de una de las calles más sucias, uno de los peores barrios marginados de Londres, pero si la gracia eficaz los llama, es un llamamiento eficaz que no hace ninguna distinción de lugares.

Zaqueo tenía también una ocupación extremadamente mala, y probablemente estafaba al pueblo para enriquecerse. En verdad, cuando Cristo fue a su casa, se desató un murmullo universal porque había ido para ser huésped de un hombre que era un pecador. Pero, hermanos, la gracia no hace distinción alguna, la gracia no respeta a las personas, sino que Dios llama a quien quiere, y Él llamó a este hombre, el peor de los publicanos, en la peor de las ciudades, involucrado en la peor de las preocupaciones.

Además, Zaqueo era uno de los candidatos menos probables para ser salvados, porque era rico. Es verdad, tanto los ricos como los pobres son bienvenidos; nadie tiene la menor excusa para desesperar debido a su condición; sin embargo, es un hecho que “no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos,” los que son llamados, sino “que lo necio del mundo escogió Dios, ricos en la fe.” Pero la gracia no hace ninguna distinción aquí.

Al rico Zaqueo se le ordena que baje del árbol; y él baja, y es salvado. Siempre me ha parecido una de las grandes muestras de la condescendencia de Dios que Él mire hacia abajo, a los hombres; pero les diré que hubo una mayor condescendencia que esa, cuando Cristo miró hacia arriba para ver a Zaqueo. Que Dios se digne mirar hacia abajo a sus criaturas: eso es misericordia; pero que Cristo se humille de tal manera que tenga que mirar hacia arriba a una de Sus criaturas, eso revela una mayor misericordia. 

¡Ah! Muchos de ustedes se han subido al árbol de sus propias buenas obras, y se quedan en las ramas de sus santas acciones, y confían en el libre albedrío de las pobres criaturas, o descansan en alguna máxima mundana; sin embargo, Jesucristo eleva sus ojos para mirar aun a los orgullosos pecadores, y les dice que bajen. “Desciende,” dice Él, “porque hoy es necesario que pose yo en tu casa".

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