CONTINUANDO GOZOSO NUESTRO CAMINO

Lo primero a preguntar es ¿Está usted gozoso? La biblia nos enseña que al conocer a Cristo, hay un gozo que invade al cristiano. Este gozo le da la fortaleza necesaria para afrontar todas las cosas (Nehemías 8:10). Porque los llama en varias ocasiones Dichosos, Felices y Bienaventurados a aquellos que tienen conciencia de su necesidad espiritual (Mateo 5:3).

Ahora bien, para hablar un poco de cómo mantener este gozo en el tiempo, nos fijaremos en Felipe y el Etíope; esto se encuentra en Hechos de los Apóstoles 8:26-40. En los primeros versículos 26 y 27 se aprecia que un Ángel del Señor le hablo a Felipe, diciendo “Levántate y ve al sur...”, y así él lo hizo. Esto nos enseña, que el encuentro que tuvo Felipe con este etíope no fue mera casualidad, sino que implicaba la voluntad de Dios para su vida. Además de que nos confirma que ciertamente Felipe era un siervo, que escuchaba y obedecía la voz de Dios.

¿Cuántos obedecemos la voz de Dios? ¿Cuántos la reconocemos? El Señor siempre que nos lleve a un lugar, a un sitio nuevo, a un trabajo, universidad o liceo nuevo, a una circunstancia, es porque desea que al menos una persona de allí conozca de él y ese instrumento vas a ser tú. Este Etíope era funcionario de Candace, reina de los etíopes. Al parecer era un hombre importante, pues “estaba por encima de a los tesoros de la reina” (v.27), sigue diciendo la escritura “había venido a Jerusalén para adorar” y “mientras iba en el carro leía al profeta Isaías (53;7,8)” (v.28).

Este era un hombre que tenía claramente una necesidad espiritual, un hambre de Dios que necesitaba llenar, y el Señor estuvo preparando su corazón para dicho encuentro. Es por ello que el Espíritu de Dios dijo a Felipe “acércate y júntate…” (v.29). De nuevo Felipe es obediente.

Una vez que Dios nos asigna una tarea, es necesaria seguir sus instrucciones y llegar hasta el final de ella. Así que escucho que el Etíope leía al profeta Isaías “y dijo: Pero ¿Entiendes lo que lees? (v.30). A lo que este le respondió “¿Y cómo podré, si alguno no me enseñaré? Y le rogó a Felipe para que se subiese y sentara con él” (v.31).

Felipe, abriendo su boca, le anunció el evangelio de Cristo (v.34). Me llama mucho la atención esta parte porque dice “le anunció el evangelio de Cristo”, es que ¿Acaso hay otro evangelio? u ¿otros evangelios? Dice la Palabra que así venga un ángel del cielo y anuncie otro evangelio sea anatema (Gálatas 1:8). Esto nos enseña que hay muchos que no anuncian el evangelio de Cristo, que aunque nombre a Cristo en sus predicaciones, está lejos de ser la predicación eficaz que Dios desea para salvar a los perdidos o confortar a la iglesia.

O será que no anuncian el evangelio de Cristo, porque no tienen tiempo para hablarle a alguien de lo que hizo Jesús por nosotros, o porque temen el “que dirán de mí… Si abro mi boca”, sea cual sea la razón, este Etíope conoció lo que Jesús hizo por él, y esto toco de tal manera su corazón que dice la escritura “Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el Eunuco; Aquí hay agua, ¿Qué impide que yo sea bautizado” (v.36)? Que determinación, que fe, que coraje tuvo este Etíope. Y Felipe dijo “Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios”.  (v.37). A través de esta confesión de fe, este Eunuco tuvo un cambio de estatus, fue añadido al cuerpo de Cristo. “Felipe le bautizo” (v.38).

Recibió reconciliación con el Padre y perdón de pecados. Un hombre nuevo. “Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe” (v.39) que luego se encontró en Azoto, y siguió anunciando el evangelio en todas las ciudades. (v.40). Felipe tenía un llamado a llevar el mensaje de salvación y una vez que cumplió el propósito de este encuentro, se mantuvo en el camino, dentro de la voluntad de Dios, anunciando el evangelio en otras ciudades y a otras personas.

En cuanto al Eunuco no vio más a Felipe, pero siguió gozoso su camino. Su vida se llenó del gozo que le faltaba, con ese encuentro con la salvación. Él no tendría a Felipe a su lado, para cuando se sintiese desanimado, preocupado o estuviera en circunstancias difíciles, pero tenía en su corazón, mente y alma a uno que no lo abandonaría, que lo ayudaría en su caminar, que cuando vinieran esas luchas, le brindaría el gozo necesario para vencer y seguir adelante, ese es Jesús. Así que pregunto ¿Continua gozoso usted en su camino?

Comentarios