¿A Dios le importa lo que ocurre en mi habitación?

Toda inmoralidad sexual comienza con un pensamiento. Un pensamiento lujurioso que no es tomado en serio, y llevara al futuro perversiones. Ningún alcohólico ni drogadicto comienza tomándose un litro de Whisky ni consumiendo grandes cantidades de cocaína. Si no nos cuidamos de malos pensamientos, ellos empezaran a arraigarse en nuestro corazón y tomarán cada vez más control sobre nosotros. Ser tentados no es pecado (Dios no tienta a nadie), pero dejar que un pensamiento lujurioso se cole, si lo es. Son esas pequeñas zorras que minan la casa.


La Lujuria es el apetito desordenado e ilimitado de los placeres carnales. El término suele estar asociado al deseo sexual incontrolable. La lujuria se vincula con la lascivia, que es la imposibilidad de controlar la libido lo que puede derivar en una obsesión. Por lo tanto, ésta relacionada con los pensamientos posesivos sobre otra persona. Cuando este tipo de obsesiones llega a un extremo patológico puede generar, abusos y violaciones. Una persona con lascivia mira a su prójimo con intenciones sexuales.  Por lo que conforme a la Biblia, es una conducta pecaminosa e indebida. Nosotros los cristianos consideramos que incluso el baile se encuentra dentro de dicho grupo, sobre todo cuando se practica en discotecas.  Ya que incluye el contacto corporal entre diferentes personas en un contexto de descontrol, dada la baja de las defensas que genera el consumo de alcohol, en combinación con la intensidad de la música y la inclinación de la pista de baile. Hasta en algunos casos ocurre un trastorno llamado Hipersexualidad o adicción al sexo que se caracteriza por el incremento repentino de la libido y el deseo incontrolable de practicar el sexo muy frecuentemente.

Dios mismo creó la sexualidad, para unir al hombre y a la mujer a través del matrimonio. “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. 28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra” (Génesis 1:27-28). Dios no inventaría nada de lo que hayamos tenido que arrepentirnos en nuestros cuerpos. Pero está expresión de amor es preciosa siempre y cuando se haga en la intimidad del matrimonio. “Tengan todos en alta estima el matrimonio y la fidelidad conyugal, porque Dios juzgará a los adúlteros y a todos los que cometen inmoralidades sexuales” (Hebreos 13:4). El enemigo intenta corromper las cosas lindas que Dios nos ha dado y aprovecha la oportunidad de cuando dos personas se enamoran. A Dios le importa muchísimo lo que hacemos con nuestros cuerpos, sea en público como en privado. El no desea que abusemos de nuestros cuerpos. De hecho, una definición de masturbación nos dice que es “abusar de sí mismo”; cuando la Escritura nos revela que “Huyan de la inmoralidad sexual. Todos los demás pecados que una persona comete quedan fuera de su cuerpo, pero el que comete inmoralidades sexuales peca contra su propio cuerpo” (1 Corintios 6:18).

Algunos dirían “Pero ¿No es mejor masturbarse que cometer fornicación?”  Entre los dos sí, pero porque tendríamos que escoger uno u otro. Primero Dios nos dio una capacidad sexual para que fuese disfrutada durante el matrimonio y segundo a la larga crea deseos sexuales más profundos que antes de la masturbación. Se convierte en un círculo vicioso. “Ciertamente les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado” (Juan 8:34). En otras palabras, mientras más se ejercita, más deseos se tienen, mientras más nos entregamos a la auto-satisfacción, más control tiene el pecado de nuestra carne, hasta que totalmente nuestra mente este cauterizada. Ya que durante el acto, es necesario recurrir a momentos vividos o fantasías, es por ello, que la pornografía es un acompañante de la masturbación, especialmente en los jóvenes solteros. “Ustedes han oído que se ha dicho: No cometas adulterio, pero yo les digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en su corazón” (Mateo 5:28). A pesar de que dice Hombres puede ser aplicado a las mujeres. Lo que sucede es que los hombres son fácilmente estimulados de manera visual, mientras que las mujeres son vulnerables a las fantasías sexuales de manera emocional. Sea el caso, que sea, se debe poner en práctica el dominio propio, sujetar nuestras mentes, y sentidos a Cristo.

En el Padre Nuestro finaliza con “Y no nos dejes caer en tentación, líbranos del maligno”. Jesús sabía que seriamos tentados y nos enseña a pedirle a Dios que nos ayude a soportar las tentaciones. "Ustedes no han sufrido ninguna tentación que no sea común al género humano. Pero Dios es fiel, y no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que puedan aguantar. Más bien, cuando llegue la tentación, él les dará también una salida a fin de que puedan resistir”. (1 Corintios 10:13).

Hoy en día nos damos cuenta como somos bombardeados por los medios de comunicación con imágenes, videos, películas, canciones y publicidades que fomentan y apoyan cada vez más éste tipo de conducta fuera de los parámetros de Dios. Mucha menos ropa, y actitudes sexuales, son las imágenes que nuestros niños y jóvenes están expuestos constantemente, sin tomar en cuenta, la gran depravación sexual que se encuentra en los colegios, universidades y hasta escuelas. No solo por otros compañeros, sino hasta los mismos maestros han sido perturbados y toman como “normal” estas actitudes. 

Hay mucha gente que utiliza un silbido que decimos que está “sisiando”, para atraer a una persona. Es como decirle “Oye me gustas, me pareces sexi, y aquí estoy yo disponible”. Y lo que no sabemos es que proviene del tiempo Ramsés y los egipcios. Donde Faraón utilizaba este silbido como un llamado a las jóvenes (12 años aproximadamente) a que intimidaran con él. Era llamado el silbido de las serpientes. No caiga en este tipo de comportamiento.


En la carta hacia los gálatas el apóstol Pablo expone que “que los que hacen tales cosas no heredarán el Reino de los Cielos” (Gálatas 5:19-21) y el título que lleva a cabo es “Obras de la Carne”. Lo que es el resultado de llevar una vida, fuera de Dios, y sumiso en los placeres, en los deseos de la carne y la vanagloria de la vida que proviene del mundo y no de Dios (1 Juan 2:26). La Palabra de Dios nos exhorta a que “No satisfagamos los deseos de la Carne”.  (Gálata 5). Porque estos deseos es contra el Espíritu y entre ellos se oponen para que no hagamos como quisiereis.

Veamos a Adán y Eva que fueron tentados y se dejaron guiar por sus conciencias, y por sus deseos cayendo en desobediencia. Mientras que Jesucristo venció sobre cada uno de ellos. Dice la Escritura que  “y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz” (Colosenses 2:15).

Pero ¿Cómo puede surgir la lujuria en nuestras vidas? Eso depende de cómo sean dirigidos nuestros pensamientos y actividades. Por ejemplo, la lujuria sexual, puede ser consecuencia de pensar constantemente en adulterio, fornicación o crear fantasías sobre estas cosas. Para ser libre, debe arrepentirse y renunciar a este pecado. Diga: “Señor Jesús renunció voluntariamente a la lujuria, a la fornicación, al adulterio, a la pornografía, a la lascivia, a la masturbación, a la homosexualidad y rompo con todo pecado sexual en mi vida en el nombre de Jesús, restáurame de la cabeza a los pies con tu sangre preciosa, amen”.

Como una de las leyes de la Palabra de Dios es que lo que sembremos es lo que vamos a cosechar, así mismo si “sembramos esos pensamientos” vamos a cosechar malos deseos y actitudes.

La batalla en contra de la lujuria y en sí, contra el pecado es a diario. Debemos de alabar a Dios, orar, interceder, ayunar y tomar toda la armadura para poder resistir al Diablo y este terminará huyendo de nosotros (Santiago 4:7).

Comparto la recomendación que da el licenciado Dawlin Ureña del Ministerio Antes del Fin que dice:
1) Confiese su pecado ante Dios.
2) Huya de lo que causa su pecado.
3) ¡No se rinda! La liberación puede que tome un tiempo.
4) Cuando falle, reconózcalo rápidamente.

Conozco a una persona que tuvo una lucha intensa durante algún tiempo combatiendo contra la lujuria y toda la inmoralidad sexual que trae este pecado. Le oraba a Dios para que obrara en su vida y que no tuviera esos pensamientos que la incitaban a masturbarse para satisfacer sus deseos. Una persona que amaba a Dios pero que cada vez que caía en ello, se sentía en derrota, confundida y perturbada, aunque le pedía perdón a Dios. Se había vuelto parte de su vida, y aunque había momentos en que soportaba la tentación en otras ocasiones cedía. Pero deseaba tanto, tanto agradar a Dios, que oraba intensamente para que el Señor la hiciera libre de este mal. Una noche mientras dormía, Dios le mostro la potestad que la perturbaba, se llamaba Lust – Lujuria. Esa misma noche, el Señor obro liberación en su vida y en el nombre de Jesús esa opresión tuvo que huir. Sin embargo, para su sorpresa, Dios le enseño que esa potestad vino producto de un anime que hace tiempo la joven habían visto llamado Fullmetal Alchemist (FMA). A la a Joven le gustaba mucho un personaje llamado Lust, que es un homúnculo antagonista. A pesar de que lo había visto hace mucho tiempo, se mantuvo como dormido hasta que en un tiempo, comenzó a afectarla. Es por ello, que debemos de tener mucho cuidado con lo que vemos, oímos y sentimos ¡Alerta! Así como está joven por mirar un anime, lo que trajo en su vida, y en su relación espiritual con Dios. Cuidado con los programas de tv, series, novelas, películas y en sí a todo lo que le permitimos la entrada. Por eso, nosotros no recomendamos ningún tipo de anime. “Retened lo bueno y desechar lo malo” (1 Tesalonicenses 5:21).
Dios les bendiga.


Tomado de:
http://definicion.de/lascivia/
http://definicion.de/lujuria/
http://eltigresensual.blogdiario.com/1244146050/
http://antesdelfin.com/masturbacion.html

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