“Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de vosotros que no piense más alto de sí que lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno”. Romanos 12:3
Es muy común encontrarnos en el extremo de una vereda, o pensamos muy negativamente acerca de nosotros o muy positivamente, pero a través de esta cita Dios quiere que tengamos un concepto adecuado de nosotros mismos y más aun tomando en cuenta sus promesas.
Lo primero que debemos de hacer es pedirle a Dios que nos examine a nosotros mismos. Si bien, hacer cambios requiere tiempo y perseverancia, es necesario, buscarlo en oración.
Esto lo digo por experiencia propia, en cierta ocasión le pedía a Dios que me ayudará porque estaba pasando por ciertas circunstancias con las personas, me encontraba tan enojada con muchos. Una madrugada, me desperté y escuché la voz de Dios que me indicaba, todo lo hacía mal. Si fue su vara, pero luego su cayado me infundo aliento para mejorar. Creía “soy muy buena en ciertas cosas”, “soy chévere”, tenía un concepto elevado de mí.
Muchas de esas cosas fueron producto de pensamientos que permití influir en mí. Así que el principio de todo comienza en el pensamiento. Ese es el campo de la batalla. Cuando comenzamos a escudriñar la Escritura nos empaparemos de lo que somos en Cristo. Para Dios, nosotros somos hijos justificados, amados, perdonados, victoriosos, capaces de enfrentar cualquier adversidad, esforzados, valientes, santos y perfectos.
Muchos de esos adjetivos parecen increíbles en comparación conmigo y quizás opinas lo mismo, pero la Escritura así lo señala. Para conocer como otros hombres tuvieron que salir de su comodidad y comenzar a creer que Dios podía hacer algo bueno con ellos.
Jueces 6: 11 “Y vino el ángel de Jehová, y se sentó debajo de la encina que está en Ofra, la cual era de Joás abiezerita; y su hijo Gedeón estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas. 12 Y el ángel de Jehová se le apareció, y le dijo: Jehová está contigo, varón esforzado y valiente. 13 Y Gedeón le respondió: Ah, señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo:¿No nos sacó Jehová de Egipto? Y ahora Jehová nos ha desamparado, y nos ha entregado en mano de los madianitas. 14 Y mirándole Jehová, le dijo: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo? 15 Entonces le respondió: Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre. 16 Jehová le dijo: Ciertamente, yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo hombre”
Aquí nos encontramos a Gedeón, un hombre que protegía su trigo de los madianitas. La nación se empobrecía, cada vez más, por los constantes saqueos y abusos de los madianitas, tanto así que muchos de los judíos habían huido de sus hogares para esconderse en cuevas.
Aquí observamos el concepto que Dios tiene de Gedeón “Varón esforzado y valiente”. Mientras que él se ve pobre, el más pequeño de su familia, débil, desamparado de Dios e incapaz de enfrentar a los madianitas. No solamente así se sentía él, sino que muchos judíos se sentían intimidados por los madianitas y pensaban que Dios los había dejado desamparados.
Dios pudo haber mandado fuego, o destruir con solo decir “sea hecho”, pero, en cambio, prefirió llenar de valor, y cambiar la mente de este hombre y los de esta nación. Si leemos toda esta historia, nos damos cuenta de que a Gedeón se le presentaron muchas dudas y hubo momentos en que no quiso continuar, pero al final, Dios le dio la estrategia para vencer. Dios escribió un nuevo capítulo en su historia.
Pese a nuestras limitaciones mentales o físicas, Dios quiere instruirnos y enseñarnos a caminar bajo su voluntad que es buena, agradable y perfecta. Porque aunque nos resistamos, llegará. Esto me hace creer que hay algunas circunstancias que Dios nos permite vivir, para mostrarnos su poder y que su Palabra en nosotros se cumplirá.
Ahora bien, que ocurre con nuestros talentos. “Porque el reino de los cielos es como un hombre que, yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo, el que había recibido dos, ganó también otros dos. Pero el que había recibido uno fue, y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos”. Mateo 25:14-17
Aquí cada siervo había recibido al menos un talento, así mismo, Dios ha repartido en nuestra vida, talentos, y cuando comenzamos a caminar en su voluntad nos los muestra. Pero habremos muchos que los escondemos por temor al fracaso o nos creemos dueños de ellos, que podemos usarlos a nuestro antojo, cuando Dios nos está demandando, úsalo en mi obra.
Pero el uso de los talentos, postula compromiso, amor y una convicción adecuada para no contaminar ni adulterar lo que Él nos ha dado. Pablo sabía que aunque no había sido discípulo directo de nuestro Señor Jesucristo, Dios mismo lo llamo a un ministerio de reconciliación con él y cuántas cualidades apreciamos en este hombre, entre ellas, pasión por las almas, una predicación poderosa, fe, y carácter.
Él escribe “Más por la gracia de Dios, soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo; antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios que ha sido conmigo”. (1 Corintios 15:10) Esto lo señala, en un ambiente donde explica la resurrección de los muertos. Él reconocía lo bueno que había sido el Señor con él, y que por la gracia de Dios había podido hacer todo. Él había trabajado, se preparó en oración y ayuno, pero era la gracia de Dios la que sanaba, restauraba y echaba fuera demonios, así mismo, era esa gracia la que había moldeado el carácter de este hombre y lo había capacitado con dotes únicas y especiales. Además, él sabía que era un hijo bendecido, amado, perdonado, útil, y un instrumento en las manos de su Creador.
Nosotros debemos de armarnos de valor, y creer también que Dios nos ha levantado y fortalecido para que glorifiquemos su nombre. El pasado se quedó atrás, en lo profundo del mar, ahora adelante está un propósito que el dador de la vida te tiene preparado, aprópiate.
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