Cuando cada uno de nosotros aceptamos a Jesús en nuestro corazón, conocemos la verdad. Porque él es “el camino, y la verdad, y la vida…” (Juan 14:6). Conforme nos alimentamos de la Palabra de Dios, nuestros contenedores van saciándose de esa verdad y nos sentimos llenos y gozosos.
Pero va pasando el tiempo y el entusiasmo del inicio va menguando. Porque a veces hemos tomado el evangelio como una emoción y no como una verdad.
Este es un tiempo en donde es más importante nuestras opiniones, que lo que Dios nos ha encomendado a hacer. Narra la Escritura que Dios le dio una palabra a la viuda de Serepta a través de Elías y dijo “14 Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra. 15 Entonces ella fue, e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella, y su casa, muchos días” (1 Reyes 17).
Ella fue obediente al Profeta de Dios, la harina y el aceite no menguaron. Porque decidió no dejarse llevar por sus imposibilidades, sino creerle a Dios.
Sacamos conclusiones y buscamos lo “espiritual” a manera racional y olvidamos que andamos por fe y no por vista, como menciona el libro de Corintios.
En proverbios 23 encontramos “23 Compra la verdad, y no la vendas; …” Este versículo se refiere a que con nuestros actos, hemos vendido la verdad, es decir, hemos sobornado, entregado, y transferido esa verdad. Ya que si decimos que estamos en Cristo, somos nuevas criaturas y muchas veces caemos en la vieja naturaleza, siguen las mismas mañas y seguimos siendo esclavos del pecado.
Cuando tergiversamos la Palabra de Dios, quitamos y ponemos letras que no van, lo adecuamos a nuestro modo o nos acomodamos a un evangelio light estamos vendiendo esa verdad.
Y no debemos olvidar que Ud. y yo somos portadores de esa verdad.
Somos voceros, protagonistas y ejemplos de que Dios ha sido bueno, que nos ha liberado, que nos ha sanado, que ha limpiado nuestra mente, que nos da razones para vivir y que nos ha regalado una salvación grande. Esto Pablo lo resume en que “somos cartas leídas”.
Han personas que han venido a mí con argumentos que pueden ser ciertos, sin malas intenciones, pero ni mi sabiduría, ni mi inteligencia, ni mis razonamientos, pueden cambiar el corazón y el proceder del hombre. A ellos les he contestado, ¿Y qué has hecho con esta información? A lo que me han respondido “nada”.
Y son personas que viven frustradas, queriendo producir cambios, pero no están establecidas en la verdad. Porque ninguna de esas cosas, pueden salvar el alma del Seol y de la muerte segunda. No se trata a mi manera, sino a la manera de Dios.
Han cambiado la verdad de Dios por un montón de filosofías huecas y sin fundamento. En la iglesia primitiva al apóstol Juan le preocupaba mucho las falsas doctrinas que se habían inmiscuido en la iglesia. En aquel momento la iglesia estaba constituido por miembros con fe y maduros en la Palabra, pero muchos estaban siendo manipulados por el gnosticismo. Filosofía que no cree en la salvación por la fe en Cristo Jesús, sino que señala que uno se salva a sí mismo.
1 Juan 2: 19 “Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros, porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros”.
Cita que hace alusión que algunos que habían sido compañeros de la fe; ahora, se había desviado a seguir un evangelio diferente. Pablo habla en Gálatas 1:7 que “No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo.” Así que cuando alguien te anime a hacer lo incorrecto, lo que moralmente está mal, recuerda no vender esa verdad que te ha hecho verdaderamente libre.
Es cierto que el sistema mundial, está bajo el maligno espiritualmente, que manipula los medios de comunicación, el sistema económico, político, y social, y somos diariamente bombardeados a lo malo. Pero si hombres y mujeres como Ester, Jeremías, Job, Samuel, Noé, que en medio de un mundo corrompido se mantuvieron agradables a Dios. ¿Qué nos haría diferentes a ellos? Son las mismas luchas, es el mismo principio moral, la misma Palabra, un mismo bautismo, un mismo Señor.
Muchos dicen que este sistema tiene el control sobre las conductas, sobre la mente y sobre las masas, pero no se trata de nuestras ideas, ni estrategias para combatirla, sino que escrito está “La verdad es la que nos hace verdaderamente libres”.
Pero muchas veces hemos preferimos tener estómagos llenos, saciar nuestra boca, hemos vendido la verdad, nuestra dignidad, nuestra fe, nuestros hijos, nuestro tiempo, por los tesoros que nos ofrece este mundo, y se nos acaba el tiempo. Porque donde está nuestro tesoro, allí estará también nuestro corazón. Y hemos puesto nuestro corazón en las riquezas. La confianza de un salario, en vez de Jehová Jireh.
“Mejor es la comida de legumbres donde hay amor, Que de buey engordado donde hay odio” (Proverbios 15:17). Yo prefiero lo poco con Dios, teniendo una conciencia limpia, que lo mucho con turbación.
Así que aunque tengamos buenas intenciones, no podemos ser transformadores, al menos que nuestra vida no haya sido crucificada con Cristo. Compra la Verdad y no la Vendas.
Comentarios
Publicar un comentario