La Clave es Resistir: Moisés y José

Moisés y José, dos siervos de Dios, que fueron llevados al límite. Moisés, a pesar de sus imposibilidades al expresarse, le creyó a Dios y le exigió a Faraón que dejase ir a su pueblo. ¡Qué agallas! Pero Moisés tuvo que pasar por el desierto del proceso para poder ser sanado y tener el coraje de pelear por su pueblo. Si recordamos, él huye de Egipto porque había matado a un capataz y luego está en el desierto, sin nada. Se imaginan como se debió sentir. Después de tener todas las comodidades y los privilegios como príncipe de Egipto. Había perdido sus privilegios, sus posesiones, su renombre, y su identidad. 

Por otra parte, José era el menor de sus 10 hermanos, y el consentido. Como fue prácticamente un milagro de Dios, su padre Jacob siempre lo tuvo en mayor estima que sus hermanos. Sus hermanos celosos lo venden como esclavo por monedas de plata. Pero estando en Egipto, y en casa de Potifar, Dios pone gracia y todo lo que hace próspera. Para luego caer en prisión por huir de la esposa de Potifar. Después de hacer todo lo que estaba en sus manos, esforzarse y cumplir con las normas de Potifar, al final se encuentra allí solo en medio de una celda.

Qué triste hasta ahora la historia de Moisés y José, uno en el desierto y el otro en prisión. Parece que lo único en común es la tristeza, el desánimo, la soledad, las calumnias, y el hecho de no poseer nada.

A veces no entendemos cuando somos humillados, criticados, juzgados, aun heridos, por cada una de esas personas que estimamos, que en algún momento le extendimos nuestro cariño, amistad, amor y confianza. Son esas personas que están más allegadas a nosotros, las que nos hieren y nos lastiman con más frecuencia y seguimos allí, y siguen los comentarios, siguen las piedras, nos siguen pateando y continuamos allí. Parece algo depravado. Pero en ti, en tu corazón, tú sabes que debes estar allí, tú sabes que es lo correcto, tú sabes que necesitas seguir en esa posición. Y aunque no entendamos, lo que sí sé, es que a través de esas circunstancias Dios nos está procesando. Déjame decirte que esas adversidades forman parte del plan de Dios para nuestra vida, que más allá de esas piedras, de esos dedos y de los escupitajos está Dios diciéndonos “Resiste”. Como resistir si no somos probados, como resistiremos el fuego, el rechazo, y la humillación. Si esas son circunstancias que nos llevan al límite.

Aunque pienses que hallas perdido toda fuerza, di “Señor en tus manos, yo tomo nuevas fuerzas, para seguir resistiendo y para que luego de esta circunstancia salga como una vasija que tú quieres, en el nombre de Jesús, amén”.

Pero la historia de Moisés y José cambia para bien, porque solo era cuestión de tiempo y aguante. Por un lado, Moisés tiene un encuentro con una zarza que no se consume y era Dios mismo, que le muestra su condición actual y lo capacita para la labor más grande de toda su vida, y tenemos por el otro, a José que, a través de la interpretación de unos sueños, sale de prisión, y Dios lo posiciona como segundo al lado del Faraón.

Si no hubiera sido por el desierto, Moisés no fuera aprendido la obediencia y el coraje, y si no hubiese sido por la prisión, José no fuera aprendido disciplina y humildad. Si bien, has estado aguantando, sigue adelante, que en el tiempo perfecto, Dios cambiará para bien tu circunstancia y verás que todo ese tiempo fue indispensable para el cumplimiento de tu propósito. 

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