Le pertenecemos a Dios (Juan 1:12)

Me puse a meditar y que maravilloso ha sido Dios que toma en cuenta al ser humano. Con sus manos nos dio forma y soplo aliento sobre nosotros. Quien se tomó tanto tiempo para hacernos a su imagen y semejanza. En este contexto, me recuerda a David, quien dijo: "¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites?" (salmo 8:4). ¿Quién soy yo para que Dios me quisiera conocer y se interesara por mí? ¿Quién soy yo para que el Señor de la creación le importará mi dolor?

A la edad de 18 años acepté a Cristo en mi corazón. Con la convicción plena de su amor. Yo era una joven muy tímida. Tenía autoestima baja, inseguridades y el hablar en público me intimidaba. Observo a los jóvenes hoy en día que tienen muchos talentos y trabajan para el Señor. Se ven seguros y cómodos. Aún no he llegado a esa comodidad. En el púlpito aún respiro profundo, a pesar de que han pasado 7 años. Pero cuantas cosas han cambiado en mí. Me siento afortunada. Dios pudo haber elegido a uno de esos jóvenes talentos, pero se fijó en mí. Quizás no para servirle de esa manera, pero si para compartir el evangelio de Jesucristo a través de otras maneras. 

Pero aún la pregunta del inicio, retumbaba en mi mente. Para que luego de un silencio me diera cuenta de que simplemente porque Él es Dios. Por lo que Él es. Es su naturaleza.

Suena tan sencillo, pero para mí tiene sentido. Solo puedo decir que "mira todo lo que has hecho en mí, con tu inmenso amor". Sé que Dios también ha hecho algo precioso en tu vida. Él te quiere, es a ti. No debes imitar a otros, es contigo que Dios quiere tener una relación personal. No por lo que seas, ni lo hagas, ni aun pienses que no tienes, ni por los que los otros piensen, ni aun como te veas en el espejo, Él te Ama tal y como tú eres. 

A todo esto, lo que puedo decir, es que le pertenecemos. "Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios..." Juan 1:12

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