Marcos 12:42 "... Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante. Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto, os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que les sobra; pero esta, de su pobreza, echó todo lo que tenía, todo su sustento".
Al leer esta cita bíblica, quizás pensemos que solo se relaciona al dinero, pero esta historia, tiene mucho que enseñarnos. Narra la Escritura, que se encontraban en la recolección de las ofrendas, y muchos ricos, echaban mucho, de lo que les sobraba en el arca; sin embargo, Jesús fijo sus ojos en una viuda pobre, que en comparación con los ricos, echo poco, pero que esto tuvo más peso y valor en el reino de los cielos, que aquellos ricos, porque era todo su sustento.
Con este pasaje, Dios no nos está diciendo "tráeme todo tu dinero" porque él es dueño del oro y la plata (Hageo 2:8). Sin embargo, Malaquías 3:10 nos señala que "traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa..." es decir, que en cuanto al diezmo, es un mandato del Señor, mientras que las ofrendas es aquello que sale de nuestro corazón.
Me cautiva la actitud de esta viuda, y creo que deberíamos ser un poco más como ella. La cita no nos narra como ella quedó viuda, si fue un accidente, muerte natural o a través de una enfermedad que su esposo ya no está, ni tampoco se sabe si era creyente desde antes o justamente ahora en su condición de viuda. No sabemos si tenía hijos, o posesiones. Pero lo que si sabemos era que era viuda y sumamente pobre.
La Escritura nos enseña que Dios tiene un trato especial con las viudas, con los huérfanos, y con el desamparado. "Él hace justicia al huérfano y a la viuda, y muestra su amor al extranjero dándole pan y vestido" (Deut. 10:18).
La Escritura nos enseña que Dios tiene un trato especial con las viudas, con los huérfanos, y con el desamparado. "Él hace justicia al huérfano y a la viuda, y muestra su amor al extranjero dándole pan y vestido" (Deut. 10:18).
En aquellos tiempos, el hombre era el proveedor, cuidador y protector de la familia. Ahora, la mujer, tras fallecer su marido, pierde su posición social y económica. Por eso en el antiguo testamento figuran como las más pobres juntos a los huérfanos por su fragilidad e indefensión. Sin embargo, la ley de Dios concedía a las viudas que no tenían ningún apoyo o protección el derecho de rebuscar en los campos, los olivares y las viñas; y exigía que se tratara con absoluta justicia y equidad. Mientras que si hubiese tenido posesiones, su herencia pertenecería a los hijos.
Quizás por ello, notamos su condición, pobre. Pero esto a ella, no la limito a ofrendar. Su condición económica no la limito a encontrar esperanza en Dios. Con la perdida de su esposo y sus privilegios, debe haber sentido un profundo dolor, casi inconsolable, pero en su corazón había un espacio casi intocable "dador alegre".
Apreciamos a una mujer que había sufrido mucho, que había perdido mucho, que la vida parece que le había arrebatado su status, y todo lo que tenía de valor, pero también salió a relucir una mujer que ahora lo entrega todo. Una mujer que dejo de ser la víctima, que puso su confianza en Dios, porque conocía lo que era NO TENER NADA NI A NADIE.
Una mujer, que ha aprendido a no aferrarse a una persona, a una pertenencia, sino que ha utilizado esos eventos infortunios de su vida en aprendizajes, en optimismo y en fe. Simplemente, ella, sabía que si había pasado tanto tiempo sin el apoyo emocional, físico y económico de su familia, y aún estaba con vida, era porque hay un DIOS grande que no la había abandonado, que la sustentaba, y que velaba por ella. Era ese mismo Dios, en el que ella podía confiar.
Dice la Escritura ".... pero está de su pobreza, echo todo lo que tenía, todo su sustento". Será que nosotros de nuestros días grises, de nuestro llanto y dolor, podemos darle a Dios una sonrisa, podemos levantar nuestras manos y decir "gracias a Dios", y dar una reverencia de gratitud. Será que nosotros, frente a una perdida, frente a la hipocresía, podemos seguir asistiendo a la iglesia. Será que nosotros frente a la enfermedad podemos creerle a Dios, porque si esta mujer no se valió de su condición, para darle a Dios lo que le corresponde, no se valió de su estado de ánimo para honrar a Dios. Esto nos enseña, que si podemos, en esas circunstancias, levantar nuestro rostro y mirar al cielo, con un destello de esperanza, porque tal como esa mujer, Dios no nos dejará ni nos desamparara.
Proverbios 30:8 "no me des pobreza ni riqueza, manténme del pan necesario, no sea que me sacie y te niegue y diga ¿quien es Jehová? o que sea pobre y hurte y blasfeme el nombre de mi Dios". Esta viuda había aprendido a estar en ambos bandos, así que conocía que ese pan necesario provenía de Jehová de los ejércitos, su sustentador.
Esta mujer fue y dio su mejor ofrenda y la Palabra no lo narra, pero ella luego de eso, no lloro, no se quejo, no murmuro, no critico ni estuvo triste, y Jesús que conoce el corazón de los hombres, pudo conocer el AMOR que había en la ofrenda de esta mujer. Estamos dispuesto a darle lo mejor a Dios, nuestras fuerzas, nuestro mejor tiempo, ofrenda, oración, alabanza, ropa y actitud, o quizás seremos como aquellos ricos que daremos lo que nos sobra, si me queda tiempo, voy a la iglesia, y leo la palabra, de que si no estoy muy cansado, orare esta noche e iré al renuevo celular. Es verdad, nuestro cuerpo se desgasta, pero la Palabra nos alienta de que el espíritu se renueva, de que el espíritu necesita más de Dios y pide más de él.
Allí observamos a esa mujer samaritana que tenía sed de un Dios vivo. Por eso, Jesús le enseña que él es el agua viva, y que él anda buscando adoradores que le adoren en espíritu y en verdad, ya que no podemos adorar a Dios en la carne.
Jesús pudo ver, más allá de la ofrenda de esta mujer, la actitud que ella tuvo. Quizás ahorita mismo, no tengas tiempo para trabajar en un área de la iglesia, pero quédate tranquil@ Dios eso lo sabe, él conoce que en tu habitación, aunque sea compartida, y no puedas hablar pero tu mente y tu corazón, estas alimentando tu relación con Dios; que cuando vas al trabajo hay una cita bíblica que te esta hablando a tu vida y aun cuando te duchas, y comienzas a cantarle. Aun cuando preparas la comida, sabes que Dios es justamente ese que le dará el sazón adecuado. Dios sabe que aunque no haz podido estar físicamente aquí, ardes de deseo, y quiere que eso crezca. Que no solamente se quede en un deseo sino que pueda llegar a la acción.
La viuda de Serepta de Sidon, estaba a punto de desmayar, y es que cuando creemos desmayar, siempre Dios envía un mensaje y a una persona, que nos reanime. Ella recibió la visita del profeta Elías, vivió ella y sus hijos por muchos días, ya que “entonces ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella, y su casa, muchos días. Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías.” (1 Reyes 17:15,16)
Este suceso no la alejo de Dios, sino más bien unificó su fe en él que todo lo puede. Mientras que nosotros por cualquier cosa nos queremos alejar de Dios, nos desanimamos y queremos irnos de la iglesia. Todo esto nos enseña que podemos confiar en el Señor en cada uno de los ámbitos y ser un poco más como aquellas mujeres, llamadas viudas, pero ampliamente amadas por Dios.
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