Es impresionante la historia de la mujer cananea, que presenta la biblia en Mateo 15:21-28. Jesús se había apartado de la multitud, en la región de Tidón y Sidón, pero, a su encuentro, sale una mujer extranjera de Grecia, con una petición "mi hija está endemoniada, sálvala". Esta mujer, por ser gentil, era indigna de recibir los beneficios y privilegios del pueblo judío, y no solamente esto, ella adoraba a otros dioses paganos, ya que esa región se caracterizaba por la hechicería y la idolatría. Si embargo, aunque no se sabía la historia pasada detrás de la mujer cananea, ni que edad tenía su hija, su nombre ni nada, se supone que ella <al menos> había escuchado hablar de Jesús. Por lo cual declara "Hijo de David, ten misericordia de mí".
El hecho que clamara por misericordia supone que ella conocía que no merecía tal petición, pero había algo en el corazón que la impulsaba, su fe. Una fe, que había sido construida sobre tan poco, ya que seguramente ella había estado clamando a sus dioses y no había mejorado su hija, por tal razón, cambia su perspectiva y pone su confianza en Jesús, su última alternativa.
Así, muchas veces somos nosotros, buscamos lo que tenemos a la mano, al amigo, al médico, al familiar, y al seguro, sabiendo que nuestra primera opción debería ser Dios. No es que no contamos con el resto, claro que sí, pero Dios está a la puerta. Esta mujer quizás no tenía nada ni a nadie, pero encontró en Jesús una esperanza, como muchos otros, y aun nosotros la hemos hallado.
Recuerdo la primera vez que llegue a la iglesia, tenía un gran vació que literalmente dolía y una preocupación inmensa por mi futuro y por el bien de mi familia, Jesús sabía eso y fue mi refugio. Esta mujer cananea clama y Jesús calla. Si Jesús, en el momento de su angustia, guardo silencio. No parece el Jesús que hemos visto en los pasajes anteriores, que había sanado a muchos y se había compadecido de la multitud multiplicando el pan y los peces. Él también conocía el dolor de aquella mujer, pero estaba cansado de una fe hipócrita y quería probarla, si Jesús tenía una estrategia.
Pero pese a su silencio, ella seguía allí. Cuantos de nosotros, en el silencio de Dios, nos rendimos, cuestionamos nuestra fe y creemos que Dios nos ha dejado. Es sencillo desanimarse frente a la espera. Pero dice la Escritura que esta mujer sirofenicia seguía clamando hasta el punto que sus discípulos dijeron "Maestro, despídela porque da voces tras nosotros". Entonces Jesús le muestra una de las razones por la que había callado: "no soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel". Era una manera de decirle a los discípulos, ella es una gentil, todavía no ha llegado su tiempo (porque aun Jesús no había sido crucificado y rechazado por su pueblo).
Sin embargo, había muchos judíos que teniendo las promesas de Dios, siendo del linaje escogido, asistiendo a las sinagogas y teniendo esos antepasados que caminaron con Dios como Abraham, Isaac, Jacob, y Moisés, no pensaban, con una fe verdadera y una vez que eran sanados o liberados volvían a su antigua vida.
Pero la mujer cananea "se postró diciendo, Señor, socórreme". En la primera parte simplemente clamo, ahora no solamente clama sino que se postra. Era una actitud de una mujer arrepentida y el grito de una mujer desesperada. Spurgeon señala que "el arrepentimiento es el acompañante inseparable de la fe, no hay un verdadero arrepentimiento que no venga de una fe en Cristo y no hay una fe verdadera en Cristo que no esté teñida con arrepentimiento". A lo que Jesús responde "No está bien tomar de los hijos y echarlos a los perrillos". Cualquier persona se sentiría humillada al compararse con un perrillo. Pero, esta mujer no reclamo, ni se quejó, sino que la determinación de su milagro la llevo a decir "Si, Señor, pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de las mesas de sus amos". En otras palabras, yo sé que no soy digna, pero al menos quiero de las migajas. Tuvo una fe perseverante. Cuanto de nosotros no nos pueden decir nada, porque no nos callamos, estamos a la defensiva, no nos quedaremos con eso. Pero hay momentos que Dios nos hace pasar por el valle de la humillación.
Y gracias doy a Dios por ello, porque nuestro orgullo, altivez, egoísmo necesita menguar y cambiar de actitud. Con esa respuesta la mujer cautiva la atención de Jesús y este le dice "Oh, mujer grande es tu fe, hágase contigo como quieres". Ella vino en representación de su hija, justo como el caso del Centurión, esperando esa Palabra de sanidad y no aceptaría un No. ¿Cuántas cosas como padres no hacemos por nuestros hijos?. A Dios le interesa nuestros hijos. Dice la Escritura que si nosotros siendo malos, sabemos dar buenas dádivas cuanto más nuestro Padre Celestial. Esta mujer tuvo que humillarse, y llenarse de una fe que salva. Fue confrontada con su condición y reconoció sus errores.
Nuestros hijos están continuamente siendo bombardeados a lo malo, por eso como Padres debemos estar velando para que sus vidas no sean atadas por la depresión, las drogas, el alcohol, el cigarrillo, las fiestas, vanidad, culpa, desenfreno, lascivia, y malas decisiones. No sabemos como esta hija, había quedado "así" <atormentada por un demonio>, pero sí que fue la circunstancia correcta para que el poder de Dios se manifestase. Es por eso que en la actualidad, Dios ha levantado una generación de Padres claman por la vida de sus hijos. Hay muchos padres de este calibre que buscan, consigue, que se mueven para mantener el temor de Dios y el bienestar de su casa. Asimismo, esta mujer no se iba a detener por un simple No.
Ud. hermano tampoco se detenga por un simple No, por las barreras, por el silencio, o aun por lo que los demás digan. Aquí los discípulos decían "Jesús despídela, esta mujer está desesperada, impaciente, no hay solución para ella". Cuando hay muchos que nos dicen "deja la molestia, hasta cuando voy a seguir orando por tus hijos, por tu esposo, por tu esposa, no hay remedio para ellos". No detenga su fe, siga adelante en el nombre de Jesús.
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