Manual de Guerra Espiritual (Tema 5: Noe y Abraham)

 Tema 5: Enseñanza Bíblica: Noé y Abraham (A.T.)

Versículos centrales: Génesis 6:1-8; Génesis: 11:1-9, Génesis 12:1-3

Después de la caída del primer hombre, Adán tuvo dos hijos, Caín y Abel, como un acto de maldad y llevado por los celos, Caín asesina a su hermano Abel y es desterrado a vagar por la tierra como extranjero y errante (Génesis 4). Posteriormente, Eva dio a luz un hijo y le puso por nombre Set. La humanidad comenzó a extenderse sobre la tierra.

Cuando seguimos leyendo y meditamos en Génesis 6, de allí surge esta pregunta, ¿Qué hizo el hombre para llegar a ser tan perverso y depravado, tanto en lo moral como en lo espiritual, de modo que Dios decidiera destruir a la raza entera salvo a Noé y su familia?

Para dar respuesta, primero hay que aclarar, quienes eran los hijos de Dios. Livingston expresa: ¿Dioses paganos?, ¿Gobernantes paganos?, ¿El linaje de Set? O ¿Ángeles? Las dos primeras interrogantes son descartadas por la mayoría de los teólogos, quedando como los principales puntos los restantes. La tercera postura indica que los hijos de Dios son el linaje piadoso de Set, en este caso y las hijas de los hombres serían las mujeres del linaje impío de Caín. Es una de las posturas que mantiene los cristianos ortodoxos.

La cuarta postura indica que son ángeles caídos, quienes declararon su independencia a Dios y bajaran a la tierra (en forma humana) para codiciar las mujeres mortales, como parte de su rebeldía tomaron a tantas mujeres como quisieron y sus hijos fueron criaturas malignas. Esto podía también implicar posesiones o algún acto de manipulación por parte de estos ángeles para que el ser humano comenzara a hacer actos pecaminosos. Murphy se inclina por la tercera postura indicando que, en su experiencia en el campo sobrenatural, los demonios que se especializan en tener relaciones sexuales con seres humanos (incubos y súcubos) no producen esperma y , por lo tanto, no son capaces de procrear y producir una raza mitad humana y mitad demonio.

Aunque ambas posturas poseen puntos fuertes y débiles, sea cual sea la respuesta de quienes eran los hijos de Dios, la humanidad para ese entonces había alcanzado un progreso mayor en las obras del mal.

Comencemos por Génesis 6:2, todo va bien hasta que dice “escogiendo entre todas”, parece que esto hace referencia que los hijos de Dios tomaban por la fuerza a las mujeres y quizás las obligaban a concubinato forzoso o a la inclusión en harenes. Sin embargo, la humanidad estaba procreando por sí misma con éxito, lo que implicaría que tanto las mujeres como sus padres consentían esos emparejamientos, aunque se basaban en actos depravados. Para este momento, el hombre se ha entregado a los deseos. Solo apreciamos que se hallaron a ocho (8) personas justas, Noé mismo, su mujer, sus tres hijos y sus nueras.

Por estos actos depravados, Dios piensa retirar su Espíritu de su anterior relación con la humanidad, ya que los hombres son carne y no cesan de vagar. Este término carne, hace referencia a sarx del Nuevo Testamento. (v. 3, 4). Aquellos gigantes no son ángeles caídos ni mitad demonios y mitad humanos; ellos estaban en la tierra en el momento en que los descendientes de Set se mezclaron con los de Caín o luego que los ángeles caídos tomaron a mujeres (cualquiera sea la postura que adopte) y después del Diluvio – de alguna manera – reaparecieron (Números 13:33). Estos varones de renombres son los mismos gigantes que por medio de violencia se hicieron de un nombre.

En Génesis 6:5, la humanidad es capaz de pecar en cualquier forma. El mundo está constituido por “caínes”, que al igual que Caín pertenecen al maligno, una generación corrompida y endemoniada, que Dios tuvo que destruir y comenzar de nuevo. Básicamente, Dios había sido empujado a la precipitación por el ardor de su ira, y se sintió casi constreñido por la necesidad de destruir al mundo entero por completo, exceptuando una familia (v.6, 7, 8).

De todo ello se tiene que: a) prevalecían las actividades sexuales ilícitas (v. 1, 2); b) la maldad de los hombres era mucha en la tierra (v. 5a); c) todo designio de los pensamientos de ellos era de continuo al mal (v. 5b); d) se corrompió la tierra delante de Jehová (v. 11, 12) y e) estaba la tierra llena de violencia (v.11-13).

Más adelante, en Génesis 11, narra el comienzo de la segunda fase de corrupción que engulle a la raza humana después de la caída: la torre de Babel o Babilonia. Tanto la torre de Babel como la ciudad son símbolos del humanismo religioso, la idolatría, el politeísmo y el desafío contra Dios. A lo largo de toda la Biblia se considera a Babilonia como la encarnación de orgullo y la impiedad humana que no puede sino atraer el juicio del Dios todopoderoso.

En Génesis 10:8 nos dice que origen de Babilonia se debe a un hombre llamado Nimrod, “quien llego a ser el primer poderoso en la tierra”. No solo se le conoció como vigoroso cazador, sino como constructor de ciudades que edifico en Babilonia y Nínive (v. 9,10). Era “vigoroso cazador”, no por cazar animales sino hombres. Constituye una figura del anticristo en el Antiguo Testamento.

Una cosa es cierta, este relato es representativo de las condiciones espirituales y morales de la humanidad en general. Con Noé Dios le dio a la raza humana un nuevo comienzo, pero el corazón del hombre era el mismo. La guerra contra la carne, el mundo y el diablo continuaba.

Algunos hombres viajaron hacia el Oriente y llegaron a Sinar, no se trataba de toda la humanidad, sin embargo, el juicio repercutió sobre todos, las lenguas fueron confundidas y estos fueron esparcidos sobre la faz de toda la tierra. Es de entre los descendientes de este grupo, de donde Dios llamo a Abraham y formo la nación escogida de Israel.

Mientras que las tácticas del diablo pueden cambiar, su objetivo es siempre el mismo: inducir a los hombres a que se rebelen contra el señorío de Dios y le sirvan a él, considerándose ellos mismos como su propio dios o adorando a dioses falsos.

El siguiente gran acontecimiento sucede en Génesis 12:1-3 el llamamiento de Abraham. Dios llamó a Abram a salir de la tierra de los Caldeos, es decir, Mesopotamia (Génesis 11 v. 27, 28). Así, del mismo corazón del país de la idolatría y del politeísmo, Dios comenzaba de nuevo.

Las bendiciones de Dios serían sus pactos con Abraham y con su descendencia, el pueblo hebreo.  Las bendiciones que había de constituir el patriarca para “todas las familias de la tierra” era Dios mismo, manifestándose a través de Israel a toda la humanidad, la cual, naturalmente, se acabaría centrándose en el Mesías, el Hijo de Dios.

A lo largo de su vida, los grandes patriarcas Abraham e Isaac, y sus familias, vivieron en medio de politeísmo y la idolatría de Canaán, pero permanecieron fieles a Dios. Y en cierta medida, lo mismo sucedió con Jacob. Sin embargo, durante su estancia en Egipto y después de ella, Israel fue en dirección contraria. Incluso una vez que se produjo el Éxodo, la nación continúo sirviendo a los dioses de sus padres: las deidades mesopotámicas, también adorando a los dioses de Egipto. Fueron aún tras los ídolos de Canaán hasta el momento del exilio Babilónico. Aquella fue la principal área de Guerra espiritual para Israel, una guerra que el pueblo escogido perdía continuamente (Jueces 2-21)


Actividades:

• La guerra multidimensional después de la caída es notoria. Toma nota de algunas áreas en tu vida que te consideras débil y busca en la Biblia pasajes relacionados y medita. En los momentos de tentación, el Espíritu Santo lo traerá a tu memoria y estos te ayudaran a vencer.

Referencias:

G. H Livingston en Merrill C. Tenney, ed., ZPEB, Zondervan, Grand Rapids, MI, 1977, 5:493 y 494

Ed Murphy. Manual de Guerra Espiritual, pdf, 1995, p. 237-243, 247-248

Wenham, p. 139, 222

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